Erase una vez una princesa muy rubia, a la que sus padres hicieron estudiar ciencias políticas para que se fuera a vivir a la “presunta república independentista de Catalunya y a su capital en Barcelona”. La princesita no fue con una mano delante y otra detrás a vivir a esa ciudad, sino de la mano de La Caixa, espina dorsal de la vida económica, social y en parte política de Cataluña, y con una clara misión; acercar la monarquía española al pueblo “secesionista”. Los duques de Palma han encontrado un ambiente de propicia indiferencia, según unos, y de respeto y comprensión, según otros, en el que construyeron parte de sus vidas. Si la llegada de Cristina de Borbón a Barcelona respondió a una estrategia de Estado para fortalecer la posición de la Corona en Cataluña, no se puede decir que la operación haya sido un éxito.
En 1997 contrajo matrimonio en la ciudad condal con Iñaki Urdangarín, hijo de una familia vasca conocida, su padre había tenido negocios con la empresa química alemana Fuchs de lubricantes para uso civil y militar. El chico participó como jugador desde la base del balonmano del F.C. Barcelona, deporte del que se retiró para actuar como directivo del Comité Olímpico Internacional. Después de la boda Urdangarin todavía se mantuvo en activo como jugador de balonmano, pero cuando por fin tuvo que colgar las botas ya que sus compromisos con la familia real le requerían y los problemas de seguridad en los encuentros crecían, comenzó verdaderamente su carrera laboral. La Casa del Rey vio con buenos ojos que el duque de Palma se siguiera dedicando al mundo del deporte a través del Comité Olímpico Español, pero la jugada finalmente no cristalizó. Así que se lanzó al mundo de profesional de los consejos y las asesorías.
En el momento de la boda la gente habló sin parar de la calidad humana de la pareja de príncipes, que con el tiempo se fueron a vivirá a una modestilla casa fortaleza- palacete con muros de 4 metros y 1.300 metros cuadrados de jardín, en el corazón de la zona más humilde y discreta de Barcelona situada en Pedralbes. Aquí vivían desde que lo compraron por seis millones de euros, en 2005, Cristina Federica de Borbón y Grecia, su marido, Iñaki Urdangarín Liebaert, y sus cuatro hijos, lo que disparó las primeras especulaciones de que los negocios de Iñaki Urdangarin iban viento en popa y a toda vela, Realmente sorprendía el elevado poder adquisitivo que había alcanzado la pareja siete años después de su boda. En ese periodo los trabajos estables de ellos eran La Caixa para Cristina una ejecutiva con un salario en torno a los 200.000 euros anuales, mientras que Iñaki Urdangarín cobraba unos 300.000 euros como consejero de tres sociedades de Telefónica: Telefónica México, Telefónica en Brasil, Telesp y desde hace poco pertenece a la Fundación Telefónica, además de consejero externo de Motorpress Ibérica.
Pero una madrugada, un desconocido atacó el palacete con aires de ajuste de cuentas, llegó hasta la vivienda conduciendo su propio coche y arrojó hacia el interior del mismo, un cóctel molotov con tres litros de gasolina, con la mala o buena suerte, según se vea, que la mecha no prendió, y el atentado quedó en mero intento. Los duques ni estaban. Pero esa acción despertó algo de recelos en Cataluña, porque inicialmente querían imputarse los hechos con el independentismo siempre preconizado en Catalunya, pero se comprobó que el acto era debido a otros oscuros asuntos de negocios. Con muchas prisas a partir del verano de 2009, los duques de Palma de Mallorca se fueron a vivir a Washington, mientras que Iñaki ya estaba envuelto en escándalos con cuestiones de empresas olímpicas. Esa casa se cerró en el verano de 2009, pero no la alquilaron hasta más tarde. En ese momento y desde la Casa Real se dijo que el cambio de la hija menor de los Reyes de España, obedecía a nuevos compromisos profesionales de su marido. Pero fue justo en ese verano de 2009 cuando la compañía le ascendió a consejero y presidente de la Comisión de Asuntos Públicos de Telefónica Latinoamérica y Estados Unidos, lo que se interpreta como un nombramiento para salir de España y que obedecía más al interés de los duques de instalarse en Washington que a necesidades laborales o empresariales.
Por aquellas fechas ya comenzó a circular en algunos círculos próximos a la familia real, que el nuevo destino de Urdangarin tenía que ver con la dimensión que estaban alcanzando sus nefastos negocios derivados del COI, pero hay una máxima no escrita dictada por la Casa del Rey, por la cual nadie de su familia debe de emprender actividades profesionales fuera de su trabajo real o palaciego sin tener autorización excepto él. Pero la verdad es que la policía y la hacienda ya estaban investigando a Nóos Consultoría Estratégica SL y Aizoon SL, una Asociación y dos empresas participadas por Iñaqui y la infanta Cristina en las que los duques de Palma entre 2003 y 2006, periodo en el que el esposo de Cristina de Borbón permaneció ligado al Instituto Nóos. La entidad recaudó más de cinco millones de euros de la Generalitat valenciana y del Govern balear. El juez del caso Palma Arena describe a Nóos, como una tapadera para apoderarse de fondos públicos.
Sólo es posible
extraer conclusiones sobre la evolución de la empresa cuyos títulos comparten
Aizoon SL, creada como inmobiliaria y reconvertida luego en consultoría y de
Nóos Consultoría Estratégica, donde Urdangarin fue socio fundador y que aparece
administrada por Diego Torres, ya imputado en un caso donde el juez investiga
los presuntos delitos de falsedad, prevaricación, fraude a la Administración y
malversación. Entre 2003 y 2006, ambos ejercicios incluidos, Nóos Consultoría y
Aizoon generaron una facturación global de 5,01 millones de euros. Y
registraron beneficios netos conjuntos por 1,3 millones. Fue en el comienzo de
ese periodo, según el juez del caso
Palma Arena, cuando Urdangarin se incorporó a Instituto Nóos en calidad
de "administrador". En resumen, la entidad sin ánimo de lucro
presidida por Urdangarin logró a dedo contratos o convenios públicos para cuya
ejecución subcontrató a sociedades donde participaba Urdangarin como empresario
privado. El equipo policial, de la Agencia Tributaria y de la Fiscalía
Anticorrupción de Palma registraron las sedes en Barcelona de las diferentes
compañías vinculadas a Urdangarin. También
efectuaron recopilación de datos y interrogaron a Diego Torres, socio y
colaborador de Iñaki, su esposa María Tejeiro y el asesor fiscal Miguel
Tejeiro.
La Casa del Rey, tras conocer que puede haber imputación judicial, no ha querido valorar la información y no ha roto el secreto de las finanzas de la familia real mediante los Presupuestos Generales del Estado, y la respuesta de la Casa Real a la solicitud de información ha sido negativa. El rey, recibe de los Presupuestos del Estado una cantidad global para el sostenimiento de su familia y su Casa, y distribuye libremente la misma. La Carta Magna no dice en ningún momento que esa libre distribución deba realizarse en secreto, pero así es. La Casa Real informa de que las infantas cobran en función de los actos a los que van, para compensar los gastos en que incurren cuando acuden a los mismos en representación de la familia real. Cristina de Borbón percibió entre 2003 y 2006 lo que el rey dispuso pero sin especificar. La ausencia de datos oficiales cierra la puerta a cualquier intento de analizar los ingresos globales de los duques de Palma en ese cuatrienio. Mientras que comparada con otros países de su entorno, España se ha convertido en un modelo de opacidad de las cuentas y actividades profesionales remuneradas de la familia del jefe del Estado.
Y ahora, el yerno del rey de España hace estallar el escándalo con su presunto desvío de fondos públicos y siguiendo esa opacidad en las operaciones monetarias que son de una gravedad extrema para la Corona española que sin dudad socava la ya de por si mala reputación de la que goza. La imagen de un miembro de la familia real ante un juez puede ser demoledora, pero el escándalo de Urdangarin es un salto cualitativo: hablamos de presunta corrupción de miembros de la realeza española pagada por el pueblo. De la monarquía española no se conoce nada. La Casa goza del escudo del artículo 65.1 de la Constitución, que consagra que el rey "distribuye libremente" la cantidad pagada por el Estado. Se ignora el desglose de la partida de los Presupuestos Generales del Estado, el conjunto de rentas, patrimonios e intereses de la familia o los impuestos que pagan. Sus asignaciones no están sometidas a nada. Que abuso de poder. Así va su reputación y nuestros bolsillos. Sabíamos que debíamos contribuir a su mantenimiento obligadamente, pero además que nos roben en la cara y a través de dinero público de nuestros impuestos ya es intolerable.
Para los amantes de la
prensa del corazón que ya anuncian y muestran las imágenes
de la princesa con semblante serio en las revistas, foros y blogs de Internet. Los
rumores sobre la separación de los Duques de Palma han saltado tras comprobar
la soledad de Cristina en actos tan destacados como el funeral de Juan Antonio Samaranch. El asunto no
pasaría más allá del cotilleo rosa si no fuera porque algunas informaciones
apuntan algo más: implicaciones políticas y tramas de corrupción varias, entre
ellas la Gürtel. Sólo faltaría ahora que la Casa Real viera que su yerno, su
hija o alguna de las empresas con las que ha estado relacionado, figurase en el
voluminoso sumario instruido por Baltasar
Garzón.
Jordi M.
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